Patrimonio Industrial nacional e internacional

PATRIMONIO INDUSTRIAL - INDUSTRIAL HERITAGE - PATRIMOINE INDUSTRIEL

lunes, 19 de diciembre de 2011

Un restaurante en una antigua chimenea industrial. El Mirador de Sant Just.

Buscando información sobre proyectos de reutilización de antiguas instalaciones industriales me he encontrado esta curiosa actuación, donde se instaló una restaurante panorámico suspendido en una antigua chimenea de 105 m de altura.

Os hablo del restaurante conocido como El Mirador.

Se ubicó en la chimenea de la antigua fábrica de cementos Sanson, en Sant Just Desvern. Se considera la chimenea más alta de Europa.

Situación: Avenida Industria 12. 08960 Sant Just Desvern. Barcelona


Proyecto de rehabilitación: Alfred Arribas (arquitecto)

Obra: Joan Font (arquitecto y diseñador)

Breve historia de la fábrica

En 1917 se constituye "La Auxiliar de la Construcción S.A", empresa que se dedicará a la fabricación de cemento "portland" en el solar actualmente ocupado por el WALDEN.

En 1920 se comienza la construcción de la fábrica de cemento y se registra la marca "SANSON". En 1921 Comienza la fabricación de "clinker" y cemento "portland" Sanson con una producción inicial de 150 Tm/día que se amplía a 400 Tm/dia en 1922 al iniciarse la producción de cemento puzolánico con puzolanas procedentes de Olot, Coincidiendo con ello se construye la famosa chimenea, actual compañera del WALDEN y en su momento la más alta de Europa. La admiración por la "ejemplar" fábrica lleva a que en 1923 el rey Alfonso y el dictador Primo de Rivera la visiten y que en 1924 l'Associació d'Arquitectes de Catalunya se deshaga en elogios por su alta productividad y por los laboratorios de ensayo.

En 1925 se terminan las obras de construcción de una vía férrea para dar salida a la gran producción de cemento. De bajada el tren transportaba el cemento y de subida el carbón para hacer funcionar los hornos de la cementera.

Entre 1936 y 1939. Se considera la fábrica como industria de guerra para garantizar la fabricación de cemento para fortificaciones. Financiada por la Generalitat de Catalunya, nunca fue objetivo militar ni fue bombardeada. La sociedad propietaria se encuentra con unas instalaciones en perfecto estado, modernas y gran cantidad de material almacenado, por lo que se reanudó inmediatamente la producción.
Fuente Facebook El Mirador de Sant Just

Entre 1947-1968. La empresa comienza la fabricación de prefabricados de hormigón, iniciándose en 1948 la producción de cemento natural. En 1953 se convierte en la primera empresa cementera de España que utiliza fuel-oil como combustible. En 1962 se convierte en la primera empresa de Catalunya que produce hormigón preparado PREBETONG. El aumento de la producción provoca continuas protestas vecinales que reclaman la colocación de filtros para evitar la contaminación por el polvo y el humo. Debido a la negativa por parte del ayuntamiento de Sant Just ante la presión vecinal, se impide la ampliación de la factoría que finalmente es trasladada a Sant Feliu del Llobregat, al pie de cantera.

Entre 1968 y 1970. Se abandona progresivamente la producción hasta que en el año 1970 son comprados todos los terrenos de la cementera por el TALLER DE ARQUITECTURA por la cantidad de 108.700.000 Ptas.

En 1972 Se inicia la construcción del edificio WALDEN-7, primero de una serie de tres que habrían de conformaban el proyecto inicial.



Una vez se dejaron libres las instalaciones pasaron a ser tuteladas por la Diputación de Barcelona, la cual a mediados de los años 80, inició su remodelación y reparación de la chimenea. La empresa que realizó estas obras fue Sapric con el Sr. Villanueva (ingeniero jefe) al frente recuperando así la cota de 105 m de altura que el desgaste de la fábrica había deteriorado.

En Octubre de 1996 se inauguró el espectacular proyecto del arquitecto Alfred Arribas, que inició las obras de reconversión de la antigua fábrica, silos y chimenea, posteriormente se concedió la obra al arquitecto y diseñador Joan Font, que imaginó cuatro espacios bien diferenciados donde el espectáculo, la sorpresa, el trompe l´oeil y el rigor se mezclan en una fantasía única y alucinante.
Fuente Facebook El Mirador de Sant Just

La chimenea es de hormigón, y se consideró la más alta en su momento. Proyectada por el ingeniero Clifford Tomlinson, la cual comenzó a funcionar en 1924.

En esta conversión, los forjados y las estructuras de hormigón de la vieja fábrica, se han conservado intactas y se combinan con los muebles modernos principalmente de madera y las formas más suaves.
Fuente Facebook El Mirador de Sant Just

El mirador situado en el pináculo de la chimenea de la fábrica, a 105 metros de altura y con vistas panorámicas, se accede a través de un vertiginoso ascensor con suelo y techos transparentes.

Fuente información http://elmirador.cat

Vista del entorno con la antigua fábrica. Fuente Facebook El Mirador de Sant Just
En el interior de los antiguos silos y subterráneos de la fábrica se ubicó el taller de arquitectura de Ricardo Bofill, de este proyecto os hablaré en otra entrada.

Fotografías del perfil de facebook El Mirador de Sant Just

Las fotografías son realmente impactantes, ver el restaurante suspendido de la chimenea, y alrededor todo lo que queda de la fábrica.

Fuente Facebook El Mirador de Sant Just

Artículo sobre el restaurante

Unas vistas con historia en Sant Just Desvern

Se trata de un mirador, de un restaurante, de una chimenea, de una antigua fábrica de cemento. Se trata de un ejemplo evidente de reciclaje arquitectónico. Cuando en 1929 se inauguró aquel inmueble de Sant Just Desvern, pocos podrían pensar que, 82 años más tarde, sería reconvertido en un lugar para comer y disfrutar de unas vistas fantásticas. Quién lo diría, pero así es.

El Mirador de Sant Just nace hace 15 años, cuando el ayuntamiento de la localidad, tras el cierre del local, decide poner en liza una concesión pública, que no tarda en lograr una adjudicación para reconstruir el espacio en algo más original: un mirador, un restaurante con unas vistas cuanto menos llamativas y una discoteca, todo en el mismo lugar.

"Decidimos reformar los bajos para convertirlos en una discoteca y la chimenea, en un restaurante", narra Joan Mascaró, propietario de El Mirador, un lugar para comer, disfrutar y ver el Baix Llobregat y Barcelona desde un punto de vista diferente.

Imagen del artículo

No fue sencillo reconvertir esas estructuras y modernizarlas, adaptándolas de su sentido original, para una fábrica de cemento, a un restaurante y, en la planta baja, a una discoteca. "No es lo mismo construir un edificio nuevo que mantener y reformar uno. Decidimos conservar y reforzar la estructura, que era lo más importante. Luego, optamos por hacer lo más complicado, que era el restaurante, porque todo había que hacerlo a medida", explica Mascaró al respecto.

Así nació este característico edificio, situado en una chimenea de 105 metros de altura a la que se accede gracias a un ascensor con suelo y techo transparentes para agrandar las sensaciones. Uno puede comer en la parte baja, con unas vistas llamativas, y luego mejorarlas en la zona alta de la estructura tras subir en el elevador. Además, El Mirador se ubica en un lugar estratégico, ya que en las proximidades se encuentran el edificio Walden, obra de Ricardo Bofill, y el Taller de Arquitectura. Así, la visita puede ser bastante más completa de lo imaginado.

Tanto es así que, de visita por la zona, uno puede encontrarse con un entorno distinto. Un mirador desde el que, además de ver desde lo alto la localidad, se puede disfrutar de un momento de esparcimiento, así como pasear por la zona, con construcciones interesantes.

"Pensamos que nuestro edificio se ha convertido con el paso de los años en una parte del mobiliario urbano de la localidad, una parte integrada de ella. Mantiene la esencia de un enclave de hace muchos años, remodelado y mejorado, y permite la posibilidad de disfrutar no sólo de un buen momento de distracción, sino también de ocio y relax", indica Joan Mascaró.

No en vano, la esencia de este espacio se encuentra en sus vistas y luego, en su restaurante. "La idea es que la gente pase un buen rato, una velada diferente, que disfrute con un punto de vista novedoso. Nuestro recinto es luminoso y emblemático. No deja indiferente a nadie. Es verdad que el punto diferencial son las vistas, pero hay algo más que eso en El Mirador", sentencia Joan Mascaró sobre su restaurante, convertido en uno de los lugares más peculiares que se pueden encontrar. No es sólo un lugar para ir a comer y pasar un buen rato, también es un espacio para poder relajarse mientras se ve de fondo, desde bien arriba, la localidad y sus puntos emblemáticos.

El Mundo

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