Patrimonio Industrial nacional e internacional

PATRIMONIO INDUSTRIAL - INDUSTRIAL HERITAGE - PATRIMOINE INDUSTRIEL

lunes, 18 de agosto de 2014

Artículo "Hubo una vez un pozo", mina del Sotón. Asturias

Autor: Fastino S. Antuña en Asturias 24.

El vicepresidente de la asociación de arqueología industrial Incuna y doctor por la Universidad de Oviedo escribe sobre el centenario de la mina del Sotón y su influencia en la explotación del carbón


En este año 2014 se cumplen cien años del inicio de las obras de profundización del Pozo Sotón en San Martín del Rey Aurelio, en el corazón de la cuenca hullera central asturiana. Unas obras que se prolongarían a lo largo de los años posteriores hasta poner a punto la nueva mina de la Duro y uno de los mayores y más modernos pozos verticales de extracción del país: en 1916 se alcanzó la profundidad total planteada y se había comenzado la formación interna de la mina; en 1917 se montaron los dos castilletes y se concluían las dependencias anejas; en 1919 el pozo producía carbón, si bien no a pleno rendimiento; y en 1922 se ponía en funcionamiento el taller de clasificación en altura, el reter, que suponía el impulso definitivo para la nueva mina de la Duro.

Que una explotación minera --como en realidad cualquier otra planta industrial-- cumpla cien años en actividad, sobreviviendo al complejo siglo XX, con sus reconversiones, desindustrializaciones, tecnificaciones, etc es algo muy poco común. De hecho, centrándonos en la actividad hullera en Asturias, otras instalaciones han llegado al siglo, es cierto, pero fuera de actividad desde mucho tiempo antes y, en cualquier caso, tan reformadas que poco o nada tenían que ver con el plano original. Podría decirse, igualmente, y hay muchos que así lo afirman, que nuestra actividad hullera y, por añadidura, sus instalaciones no son nada si las comparamos con el resto de las europeas y que, de este modo, tampoco debemos darle a esta efeméride mucha importancia. Las diferencias de escala, físicas, económicas y temporales es lo que tienen, puede ser cierto, pero no debe olvidarse que durante las dos guerras mundiales el tejido industrial europeo fue prácticamente arrasado, y las minas de carbón, por su importancia estratégica, eran demolidas interna y externamente por los ejércitos en retirada. El Pozo Sotón, sin embargo, no sufrió nada de esto, manteniéndose en buena medida tal y como fue diseñado en la segunda década del siglo XX, si bien con las lógicas actualizaciones, sobre todo tecnológicas, que fueron necesarias para la eficiencia de la instalación. Así, a simple vista pueden verse algunas de las estructuras exteriores fundacionales: la unidad de castilletes-reter-casa de máquinas; las naves seriadas de la lampistería y casa de aseo; y el ventilador, extramuros, a las que debe añadirse el taller mecánico, siempre, por su naturaleza, de menor entidad. Luego vendrían ampliaciones: de la casa de máquinas, de las naves seriadas… efectuadas con cuidado y esmero hasta el punto que es difícil señalar la traza original y la de la ampliación. Y, finalmente, los añadidos posteriores, nuevos edificios para nuevos servicios y nuevos contextos: la colonia de trabajadores, luego reconvertida en oficinas, o la nueva casa de aseo y lampistería.

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El Pozo Sotón fue diseñado cuidadosamente, y con no pocas dificultades, por la Duro, que planteó una moderna instalación minera que se integraba en un espacio industrial mayor compuesto por un lavadero y una central termoeléctrica, de las que nada queda ya, comunicadas entre sí por medio del ferrocarril. La Duro impulsaría distintos ramales mineros de empresas adquiridas para crear una auténtica red que conectara sus distintas instalaciones industriales con la fábrica siderúrgica de La Felguera y con otros ferrocarriles que evacuaran la producción hacia los centros de consumo: el Ferrocarril de Langreo y el del Norte. De este modo, el núcleo industrial del valle quedaba unido por un ferrocarril interno que fue fundamental para el nacimiento de un sentimiento y concepción espacial de comarca; una comarca industrial. El pozo sería así el gran orgullo industrial de la Duro, que con el Sotón confirmaba definitivamente su capacidad para operar en el negocio minero en todas sus fases. De hecho la empresa se jactaba de que el Sotón se construía íntegramente con obreros españoles, de que todas sus piezas eran diseñadas y realizadas en la compañía… Por ello, no es de extrañar que fuera el ámbito minero elegido para sus visitas más ilustres, como la de Primo de Rivera, Marqués de Estella y Jefe del Directorio Militar, la de Alfonso de Borbón, heredero de Alfonso XIII, acompañado del general Berenguer --entonces jefe de la casa militar del monarca-- y, finalmente, el lugar de la archiconocida estancia laboral de incógnito de Carlos Hugo de Borbón, pretendiente carlista al trono de España.

INSTALACIONES MODERNAS
Ahora bien, de lo referido no debe deducirse, sería un error mayúsculo, que la instalación minera es una antigualla obsoleta desde el punto de vista funcional. El pozo Sotón nace ya con maquinaria eléctrica, y a lo largo de las décadas posteriores sería actualizada, en especial en la década de 1950, cuando llegan a la instalación, en virtud de los Acuerdos Hispano-Americanos, modernos compresores de los cuales alguno queda aún en funcionamiento. Desde entonces parte de la maquinaria ha sido remozada parcial o totalmente, pero siempre con cordura, como lo demuestra el hecho de que el refuerzo de los castilletes y el montaje de una polea Koepe en la maquinaria de extracción --estando el Pozo ya en manos de Hunosa-- no significó la desaparición de las identitarias estructuras roblonadas, etc. Así, también se mantuvo el sistema del reter, que permitía sacar el carbón cuando el plano interior de Modesta no estaba activo. Igualmente fue una de las primeras instalaciones asturianas en poner a funcionar un nuevo sistema de arranque de carbón, los subniveles o soutirages

Puede ser cierto que el paisaje de fuera lo veamos con los ojos de dentro, y, por tanto, que cada cual lo interprete de un modo personal, pero no se puede negar que el conjunto del plan original del Pozo Sotón, de las ampliaciones, de los añadidos y de la maquinaria, histórica y actual, funciona, no ya en la producción de carbón, que es obvio que sí, si no en el plano espacial e histórico con perfecta armonía, enriqueciendo el proceso histórico de una instalación centenaria: nada chirría, nada disiente, todo tiene su explicación, su razón de ser, su sentido y su valor. Por todo ello, el Pozo Sotón ha sido incluido dentro de la lista de los 100 elementos más señalados del Patrimonio Industrial español; figura, además, en la Lista Indicativa de la UNESCO, y ha sido declarado Bien de Interés Cultural (BIC) por el Gobierno del Principado de Asturias. Podría decirse que la protección BIC es en este caso muy parcial, es cierto, centrándose solo en los castilletes y la casa de máquinas, y dejando en el limbo el resto, incluidas las estructuras fundacionales referidas anteriormente. Podríamos afirmar igualmente que esto parece deberse, en el plano más inmediato, a la existencia de una absoluta incomunicación entre los dos documentos del BIC: la memoria histórica que describe el interés y el valor del pozo y, en definitiva,  porqué se está protegiendo; y el entorno de protección, que define el ámbito espacial de la protección basándose, en principio, en el documento anterior. Podríamos decir todo esto y más, pero intentaré no hablar de cosas tristes y sí esperanzadoras.

CENTENARIO DEMOLEDOR
En cualquier caso, si ahora se cumplen cien años del inicio de una instalación emblemática que mantiene la actividad original, esto parece será pasajero, pues ya se ha anunciado el cierre de la misma, paradojas del destino, para el último día del centenario, lo que es demoledor, tanto para el empleo, la actividad, y para el patrimonio industrial que contiene. Se ha querido ligar la petición de protección con el cese de la actividad --estoy convencido que cuando un personaje público vierte estas simplezas en los medios de comunicación un hada tintineadora cae fulminada en algún lugar del universo-- pero lo cierto es que siempre hemos defendido el mantenimiento de la actividad. No defendemos la creación de un nuevo museo una vez que la instalación se cierre. Creemos firmemente en la reutilización de las instalaciones para todo tipo de fines: industriales en primer lugar, pero también culturales, equipamentales… Pudiendo ser, sería lo ideal, mixto en todo caso. Pero por reutilización debería entenderse algo más que el valor del solar, algo más elaborado que llenar los intersticios con un polígono industrial abriéndose paso con retroexcavadoras sobre los edificios preexistentes. No es el lugar para referirlos, pero los ejemplos existen y, como la verdad, están ahí fuera.

El lamentable cierre del Pozo Sotón, el último en actividad en San Martín del Rey Aurelio, no tiene porqué conllevar la pérdida de un cargamento de recuerdos de todos nosotros, de un conjunto de tradiciones de nuestros antepasados, y por eso la reutilización de las instalaciones puede ayudar a que no se rompa ese hilo de oro o de bramante basto, de torones de acero en este caso, que nos una al pasado sin cerrarnos el porvenir y que nos permita vivir inteligentemente el futuro de nuestros territorios sin que se conviertan, irremediablemente, en una comarca salvaje.

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